Convivimos con agentes nocivos diariamente, presentes de manera natural en nuestro entorno. El cuerpo posee defensas para evitar la entrada de estos patógenos, tales como los mocos, que actúan de barrera física para impedir el paso de microorganismos a nuestro sistema.
Sin embargo, si un patógeno logra encontrar el camino e infectar el cuerpo, se activa uno de los sistemas más robustos y maravillosos que es el sistema inmune o inmunológico, la maquinaria de defensa más poderosa cuyo objetivo es único y simple: identificar, atacar y destruir los agentes nocivos presentes en el organismo.
EL ENEMIGO
De manera amplia se habla de patógenos como los agentes nocivos que infectan al cuerpo, pudiendo ser bacterias, virus, parásitos u hongos, responsables de desencadenar enfermedades. Cada uno de estos agentes se compone de diferentes partes, lo que lo hace exclusivo diferenciándolo de los demás. Justamente una de esas partes es la que da inicio a la enfermedad, y se conoce como Antígeno.
La respuesta de nuestro sistema inmune se da al reconocer el antígeno, generando a su vez Anticuerpos para combatirlo. Para entenderlo de manera sencilla, el antígeno es el soldado del enemigo y el anticuerpo es el soldado de defensa.
EL EJERCITO
Parte de la magia de nuestro sistema inmune es la variedad de anticuerpos que desarrolla, así como una gripa no se siente igual a una diarrea, los anticuerpos que se generan para combatir son específicamente desarrollados para atacar una u otra enfermedad, como si tuviéramos batallones de soldados estratégicamente entrenados para atacar los puntos débiles de cada enemigo que se enfrenta, y nuestro cuerpo es capaz de aprender y desarrollar miles de batallones diferentes.
Mucha de nuestra supervivencia en este planeta se debe a la capacidad de respuesta de nuestro cuerpo para enfrentar con éxito las enfermedades, sin embargo, nuestro sistema inmune tuvo que aprender primero a combatir. Cuando se enfrenta por primera vez a una enfermedad, el cuerpo requiere tiempo para poder responder y producir el anticuerpo específico contra el antígeno y, de esta manera, rechazarlo.
Pero no se acaba ahí, no sólo el cuerpo responde desarrollando anticuerpos específicos para cada enfermedad, sino que además genera un banco de memoria para qué, en caso de un nuevo ataque de la misma enfermedad, sepa cómo responder y eliminarlo, perfeccionando la técnica.
EL PROBLEMA
Si nuestro sistema inmune es tan poderoso, ¿cuál es el problema entonces? Puede tener varias variables, por mencionar algunas:
EL ESCUDO
Afortunadamente, la ciencia ha evolucionado mucho y ha permitido desarrollar mecanismos de defensa que apoyan la labor del cuerpo humano, y uno de los grandes avances médicos de todos los tiempos ha sido el desarrollo de las vacunas que ha permitido combatir eficazmente enfermedades potencialmente letales como son la meningitis, tétanos, sarampión y polio.
Las vacunas funcionan como un “enemigo domesticado”, es decir, se crea el antígeno debilitado o inactivo de una enfermedad en particular en un laboratorio, de manera qué, al ingresarlo al cuerpo, nuestro sistema inmune tiene el tiempo de aprender a combatirlo sin el peligro de un antígeno real y funcional: es lo suficientemente activo para que se genere el batallón específico contra la enfermedad, pero no tan fuerte para desarrollar la enfermedad.
De esta manera, si en un futuro el cuerpo se ve expuesto a la enfermedad real, activa la memoria de defensa para combatirlo que le dejó su aprendizaje con la vacuna.
Algunas vacunas son de dosis única y otras son de múltiples dosis con tiempos de espera, eso depende de cómo se diseña la vacuna y la necesidad de reforzamiento que debe tener en el cuerpo.
EL BIEN COMUN
Hasta ahora hemos hablado de las vacunas y su efecto en el cuerpo de manera singular, es decir, cómo se desarrolla y actúa sobre una persona, pero hay un efecto secundario altamente positivo que se llama “Inmunidad Colectiva”.
Líneas arriba hablamos de personas cuyos sistemas inmunes no funcionan de manera correcta, ya sea por enfermedades preexistentes o desarrolladas. Por ejemplo, una persona que padezca Cáncer tiene el sistema debilitado por el combate a ésta enfermedad, de manera qué, si de repente ingresa otro patógeno al mismo cuerpo, el sistema inmune puede no ser capaz de responder.
También existen las personas que son alérgicas a ciertos componentes de las vacunas desarrolladas, personas que, por la reacción desmedida de su cuerpo a ciertos agentes, no puede vacunarse, quedando desprotegidos contra ciertas enfermedades.
Para estas personas, su mejor apoyo es su comunidad. Cuando muchas personas de una comunidad tienen defensas contra una enfermedad, el patógeno no puede circular porque es rechazado, cerrando filas a favor de los que no pueden vacunarse y con ello, se ven protegidos.
Es importante comentar que la Inmunidad Colectiva no es algo que se logre de manera inmediata, como todo, requiere su tiempo de gestión, por lo que lo recomendable es aun después de recibir la vacuna se mantengan las precauciones correspondientes para evitar contagios.
Finalmente hay que recordar que ninguna vacuna proporciona por si sola una protección del 100%, sin embargo, se ha comprobado ampliamente lo mucho que ayudan a erradicar enfermedades en el mundo.
Fuente
"¿Cómo Funcionan las Vacunas?", Organización Mundial de la Salud, https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019/covid-19-vaccines/how-do-vaccines-work
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