Es de sorprender la cantidad tan grande de comentarios innecesarios con los que se bombardea a las mamás, en especial a la primerizas, que las orilla a tirar la toalla con respecto a la lactancia materna. “Cuando tú eras bebé, te daba biberón y con eso dormías de un tirón”, “¿Otra vez te vas a sacar el pecho? ¡Ese niño/a ya te agarró de chupete!”, “Eso del pecho ya es más cosa tuya que del pobre bebé”, “Ya te tomó la medida ese niño/a”. Y si a lo anterior le sumamos las dudas propias de la mamá, resulta difícil no caer en estas trampas que suspenden la lactancia materna.
Seguramente si eres una mamá lactante, estas y otras tantas frases no te son desconocidas, y por lo general, todas agarran el mismo curso: “Tu bebé te agarra de chupón y ya ni siquiera lo alimentas”, peor si esta situación se presenta cercano a los 6 meses y ni digamos si es ya un niño de más de 1 año, o si te tocó un periodo en donde en verdad sientes que tu bebé rechaza el pecho, en cuyo caso “eso de la lactancia es algo tuyo y no del bebé, porque el ya no quiere”.
Mamá no es un Chupón
Aclaremos un punto, reducir toda la magia de tu participación como mamá de un pequeño bebé o niño a ser sólo un chupón o un biberón no sólo es absurdo sino resulta francamente insultante, y para combatirlo la mejor herramienta que tienes es informarte correctamente y confiar en tu instinto de mamá.
¿Qué tu hijo se duerme en tu pecho? No sólo no está mal, sino que es lo más lógico del mundo, primero porque si tiene libre acceso a tu pecho es algo que sucederá, si o si. Es decir, tu bebé tiene hambre, succiona tu pecho, satisface su hambre, se relaja al sentirse cerca de su mamá a la que conoce por su olor, su calor característico y si a esto le sumamos una canción de cuna, unos brazos llenos de amor y un movimiento rítmico como de balancín, dormir al pecho es seguro.
Adicional a ello, la leche materna contiene un aminoácido llamado “L-Triptófano” que justamente ayuda a los bebés a conciliar el sueño, además de tener también “melatonina”, una hormona que ayuda a establecer los ciclos de vigilia y sueño. Inclusive, estudios han demostrado que es en la noche cuando se presentan los picos de estas sustancias, precisamente para propiciar que el bebé concilie el sueño con mayor rapidez que en el día (uno de entre muchos motivos por los que varias mamás deciden colechar)
Este periodo no será para siempre, y por lo general, todos los niños maduran su psique con el paso del tiempo, buscando su espacio e individualidad, pero mientras son bebés y/o niños pequeños mamá cumple una función que va más allá de ser alimento: mamá genera el apego seguro, el que, curiosamente, a futuro les dará la confianza suficiente para seguir su camino.
Pero ¿Y si se me acaba la leche?
Siempre y cuando hayas evitado tomas con leche de fórmula y hayas mantenido una lactancia materna exclusiva, es muy difícil que simplemente “ya no tengas leche”.
Si aun así, crees que realmente se te está acabando la leche, seguramente estés sintiendo a tu bebé muy irritable, que llora, que se pelea con pecho, se engancha para que, en cuestión de minutos, lo suelte, no duerme bien, arquee su espalda, estire sus piernas, se distraiga por todo, y se comporta en rotundo muy raro. Adicionalmente, puedes sentir tus pechos “aguaditos”, no tan llenos como solías sentirlos, y si ya nos queremos ver en extremo Nostradamus, tu bebé está rondando o las 3 semanas, o el mes y medio, o lo tres meses de vida, ¿verdad?
Pues bien, en definitiva, no se te está acabando la leche, la lactancia materna en ese sentido es muy básica: Si hay succión, hay producción, y ahí no hay más. Lo que está sucediendo es que tu bebé se encuentra en un BROTE DE CRECIMIENTO, ¿lo habías escuchado antes?
Conocidos también como BACHES o CRISIS , los brotes de crecimientos son momentos durante la lactancia que se suelen presentar con cierta periodicidad, en donde el comportamiento “raro” del bebé responde a la necesidad biológica de mejorar la composición y aumentar el volumen de leche que tu cuerpo produce, para continuar con su desarrollo. No porque la leche actual no sea buena, pero el cuerpo de tu bebé necesita mejorar la calidad y el volumen para seguir el ritmo de crecimiento esperado, y los brotes de crecimiento es la manera en que tiene de “pedírselo” a tu cuerpo.
Una vez que tu cuerpo registra el cambio y hace la modificación de la composición/volumen, se regresan a los patrones de lactancia habituales, los brotes suelen durar en total 1 semana poco más, poco menos.
La periodicidad con la que se presentan los brotes puede variar de bebé a bebé, pero por lo regular, se presentan a las 3, 6, 9 semanas y a los 3 y 6 meses de vida.
Lo crucial en estos brotes de crecimiento es que te armes de toda la paciencia posible y no caigas en la tentación de brindar fórmula láctea, porque eso SI puede terminar siendo un impacto negativo para tu producción. No te espantes si tus pechos se sienten blandos, conforme continúes en la lactancia, tu cuerpo “agarra ritmo”, por decirlo de alguna manera y tus glándulas mamarias serán capaces de preparar la leche para cuando el bebé lo necesite desencadenando la eyección de la leche a minutos de que se inicie la succión.
En Costamed Grupo Médico te sugerimos además de mantenerte informada sobre estos posibles escenarios, asesorarte con profesionales de la lactancia, como lo son “La Liga de la Leche” o asociaciones similares, y sobretodo que busques añadirte o iniciar una tribu con mujeres que también sean madres lactantes, de manera que juntas, en un hermoso ejercicio de sororidad, encuentren el apoyo en esta etapa.
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